La USO se une a la CSI, IndustriALL Global Union y UNI Global Union en expresar su rechazo ante la violenta represión en Camboya de las huelgas de trabajadores del sector textil perpetrada por las fuerzas de seguridad y por milicias privadas respaldadas por el Gobierno.
Según ha informado el Departamento de Prensa de la CSI, los trabajadores habían estado manifestándose pacíficamente para reclamar un incremento del salario mínimo. Al menos cuatro trabajadores han muerto y 39 han resultado heridos durante la ofensiva desplegada por las fuerzas de seguridad el pasado viernes. Los sindicalistas y los defensores de los derechos laborales se convirtieron en el blanco de los ataques cuando los trabajadores empezaron a reclamar un salario mínimo por encima de los 100 dólares mensuales que ofrecía el Gobierno – una cantidad sumamente insuficiente para hacer frente al creciente coste de la vida-. Más de 23 personas han sido arrestadas y permanecen en paradero desconocido, mientras que se han emitido citaciones para varios dirigentes sindicales.
“Es preciso que el Gobierno de Camboya regrese a la mesa de negociaciones y convenga un salario justo para los trabajadores y trabajadoras de la confección, y que termine con la represión dictatorial de las huelgas legítimas organizadas por los trabajadores. Asimismo, tiene que poner inmediatamente en libertad a todas las personas detenidas y garantizar que los responsables de las muertes y la violencia sean llevados ante la justicia”, ha expresado Sharan Burrow, Secretaria General de la CSI.
Jyrki Raina, Secretario General de IndustriALL, ha dicho: “El derecho a la huelga para reclamar una subida del salario mínimo está firmemente protegido por el derecho internacional a la libertad de asociación, consagrado en el Convenio 87 – que Camboya ratificó en 1999. Las amenazas, arrestos y el asesinato de sindicalistas por el ejercicio de dicho derecho es una violación extremadamente grave que debe ser condenada. Se tiene que impedir que los fabricantes de artículos de confección puedan incitar a esa violencia.”
El Secretario General de UNI Global Union, Philip Jennings, ha declarado: “En Bangladesh hemos visto que la carrera al fondo en el sector de la confección ha desembocado en muerte y destrucción. Los trabajadores/as camboyanos del sector textil también corren peligro. La actual oleada de protestas es la reacción legítima de unos trabajadores que se merecen un salario justo y unas condiciones decentes, y no debe ser silenciada por la violencia”, añade Jennings. “Las marcas internacionales vinculadas a estas fábricas camboyanas tienen la responsabilidad de establecer unas normas más estrictas. El Acuerdo sobre seguridad de los edificios y protección contra incendios de Bangladesh es la prueba de que se puede llevar a cabo un cambio radical.”
Los sindicatos camboyanos están tratando de conseguir que el salario mínimo mensual ascienda a 160 USD. Los propietarios de las fábricas han respondido con ofertas de bonificaciones “anti huelga” y con unos ajustes salariales muy por debajo del nivel necesario para que los trabajadores puedan llegar a fin de mes. La patronal del sector de la confección, una industria que genera exportaciones anuales por valor de 5.000 millones de dólares y cuya producción aumentó el año pasado en más de un 20%, se ha estado oponiendo a cualquier intento para mejorar y hacer cumplir la legislación laboral y para exponer públicamente a las empresas que infringen la ley. Así pues, la Garment Manufacturers’ Association of Cambodia (GMAC) ha desempeñado un papel insidioso, amenazando con el traslado de la producción a menos que se logre sofocar los disturbios, e incluso ha elogiado hace poco al Gobierno por el uso de fuerza letal contra los manifestantes.