La tragedia de la fiesta de Halloween en Madrid Arena se ha saldado con la muerte de cinco jóvenes. Ahora que es el momento de pedir responsabilidades todo el mundo se quita de en medio para no asumirlas. No se pretende juzgar, pero ante tamaño desastre sí es exigible un mínimo comportamiento ético a quienes con cargos representativos están implicados.
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Mónica Oriol, la presidenta de Seguriber, empresa que gestionó la vigilancia del recinto ese día, es también la presidenta del Círculo de Empresarios. Esta duplicidad está creando malestar entre las empresas del sector de seguridad, que consideran que Oriol debería dejar su cargo en el Círculo.
Sobre todo si, como dice el Ayuntamiento de Madrid, se demuestra que ha habido negligencia en el control y seguridad de la fiesta. Oriol debería reflexionar sobre ello y no atribuir estas presiones al malestar de sus competidores del sector por el estilo con que dirige sus empresas. La presidenta del Círculo de Empresarios representa a una institución y a un colectivo, y ello comporta obligaciones. Sin embargo, su actitud revive el recuerdo de Gerardo Díaz Ferrán, que se mantuvo al frente de CEOE a pesar de sus problemas con la Justicia.
La presidenta de una de las más antiguas asociaciones empresariales, que en su toma de posesión afirmó que centraría todas sus energías en defender los intereses del empresariado en momentos tan duros como el actual, no está en condiciones dadas las circunstancias de cumplir su cometido al frente de la organización. La actuación de Seguriber está en entredicho por las revelaciones de la comisión de investigación sobre Madrid Arena. Un hecho que molesta a los empresarios porque los desacredita.
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